La versión de su navegador no está debidamente actualizada. Le recomendamos actualizarla a la versión más reciente.

FALLECE EMILIANO AGUIRRE, PIONERO DE LA PALEOANTROPOLOGÍA EN ESPAÑA

Publicado 13/10/2021

DISCÍPULO DE MANUEL PELLICER Y MIQUEL CRUSAFONT, FUE EL PRIMER GRAN IMPULSOR DEL PROYECTO CIENTÍFICO DE ATAPUERCA.

Nacido en 1925 en El Ferrol, recibió, junto al resto del equipo, el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997 por su trabajo en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Entre otras consideraciones fue premiado en 1999 con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo que le impuso el entonces ministro del ramo Manuel Pimentel.

 Emiliano Aguirre en Argín, Sudán. Foto Catálogo "La cuna de la humanidad". Museo de la E.H. BurgosEmiliano Aguirre en Argín, Sudán. Foto Catálogo "La cuna de la humanidad". Museo de la E.H. BurgosAl filo de las 20:30 horas del lunes 11 de octubre tuvimos confirmación del fallecimiento del prestigioso paleoantropólogo a la edad de 96 años. Desde aquí nos gustaría esbozar su figura – de gigante – con una contribución personal.

El primer miembro de nuestro equipo que tuvo la suerte de conocer y tratar al Profesor Aguirre fue Manuel Pimentel. Justo es que abra este obituario con sus palabras.

MANUEL PIMENTEL

Ha muerto Emiliano Aguirre, un científico genial que supo intuir, primero, y demostrar, después, la presencia de homínidos antiquísimos en la Sierra de Atapuerca. Poseía por aquel entonces toda aun trayectoria como paleontólogo en el yacimiento soriano de Ambrona, pero fue allí, en Atapuerca, donde cruzó la puerta de la trascendencia. Anticipándose a los tiempos, descubrió fósiles humanos de cientos de miles de años de antigüedad, para asombro de España y el mundo. Sólo por eso, ya merecía el reconocimiento de la gloria. Pero, además, consiguió crear un equipo fabuloso – los Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell – que elevaron el yacimiento burgalés hasta el Olimpo de la paleoantropología. 

Lo conocí todavía en esplendor. Tuve la fortuna de compartir charla, pasión y reflexión con él. Lo admiraba. Un ejemplo para mí y para muchas otras personas que bebían de su empuje y clarividencia. Por eso, fue para mí un auténtico orgullo otorgarle en 1999 la Medalla al Mérito en el Trabajo, nunca mejor impuesta, desde luego.

            Emiliano Aguirre, casi a su cien años, ha fallecido. Puede reposar en paz, deja un formidable legado en ciencia y humanidad que lo consagrará en la historia de la ciencia española. Que la tierra te sea leve, tu recuerdo seguirá alentándonos a luchar por lo que creemos.

Manuel Pimentel Siles.

 

Emiliano Aguirre junto a otros colegas en Argín, Sudán. Foto catálogo "La cuna de la humanidad".Emiliano Aguirre junto a otros colegas en Argín, Sudán. Foto catálogo "La cuna de la humanidad".

 

Tomo el testigo de manos de Manolo para reseñar, siquiera brevemente, nuestra experiencia con Emiliano Aguirre y para destacar algunos aspectos de su amplia e intensa existencia.

Mi primer recuerdo con Emiliano Aguirre me traslada a una tarde en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. El día era muy luminoso, lo recuerdo bien. Carmen Martínez y yo fuimos a entrevistarlo para el documental “El Hombre de Orce” que por entonces estábamos casi acabando tras no pocos años de luchas y angustias. Recuerdo que tenía ese pellizco en el estómago que tiene uno antes de las grandes tardes, si se me permite el símil taurino o futbolístico. Sabíamos que la opinión de Emiliano, su simple presencia, daría carta de naturaleza al documental. Por entonces ya habíamos confirmado, entre otras, la presencia de Yves Coppens y estábamos en conversaciones con Philip Tobias para su participación en el filme, cosa que finalmente no fue posible por su avanzada edad y delicado estado de salud. Con Coppens tuvimos la oportunidad de hacer una entrevista en su despacho de París.

Emiliano nos recibió con gran amabilidad. Lo primero que recuerdo es eso, su cordialidad y su voz profunda, una voz sosegada pero no por ello menos energética. Nada más comenzar las preguntas me percaté de que Aguirre se las tomaba muy en serio, calibrando la profundidad de estas y preparando una respuesta adecuada a cada una de ellas. Hay personas que responden siempre cosas parecidas y otras que se concentran en el contenido real de la pregunta. Emiliano Aguirre era de los segundos, de los que buscan el sentido y ofrecen una respuesta acorde. Y lo era porque su vocación era enseñar y divulgar. No era un propagandista, era un científico y un docente.

Un par de años más tarde volvimos a entrevistarlo para la primera temporada de Arqueomanía. Esta vez vino a la productora. Sentado delante de un fondo neutro, negro, estuvo toda la tarde iluminando aspectos diversos de la evolución humana. No renunció a ninguna cuestión, en todas entró a fondo, como lo había hecho unos meses atrás en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

En todo momento teníamos la sensación de que sus palabras eran “impagables”, el Norte de la brújula, el mapa del tesoro. Sus sugerencias, por llamarlas de alguna manera, apuntaban al quid de la cuestión, siempre. Ahora, cuando leo artículos de vanguardia sobre evolución humana, recuerdo las líneas maestras que Aguirre dejó en nuestras entrevistas. Esbozo una sonrisa. Por ejemplo, y sin ánimo de extenderme, nos puso tras la pista de las cuevas de Andalucía. “Ahí aparecerán fósiles clave” – nos dijo.

Esa “intuición” era fruto de su gran conocimiento. Si se permitía dar algunas coordenadas era porque había estudiado casi todo lo que se podía estudiar y había visitado un gran número de yacimientos. Había estado a pie de obra, nada de conocer de oídas. Y esto, amigos, se nota.

Emiliano Aguirre fue el primero que comparó Orce con los barrancos de Olduvai en Tanzania. El lugar, considerado “Cuna de la Humanidad” fue visitado por Aguirre en 1968. Y allí, a diez mil kilómetros de España se encuentra la encrucijada que todo lo une. Orce - Olduvai es el eje que nos llevó a Emiliano Aguirre.

Enrique Baquedano es el Director del Museo Arqueológico de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares. Gran investigador, ha promovido proyectos como el que se desarrolla desde hace varios años en Olduvai Gorge. Allí tuvo el acierto, junto Manuel Domínguez Rodrigo y su gran equipo, de bautizar como “Estación Emiliano Aguirre” al laboratorio de campo que han abierto en el Rift Valley. Lugar legendario, reino de los Leakey, non plus ultra de la paleontología humana mundial.

Antonio Hidalgo, Manuel Navarro, David Pérez, Enrique Baquedano y Manuel Pimentel en la Estación Emiliano Aguirre de Olvai. Foto Kurro.Antonio Hidalgo, Manuel Navarro, David Pérez, Enrique Baquedano y Manuel Pimentel en la Estación Emiliano Aguirre de Olvai. Foto Kurro.

Enrique ha hablado siempre de Aguirre con profunda admiración. Su respeto por el maestro está tan aquilatado como lo estaba su amistad. Sé que está pasando horas difíciles. Destaco esto porque en este mundo no es fácil que una persona despierte tanta admiración como Emiliano Aguirre despierta en Enrique Baquedano. Me consta que esa admiración es sincera, profunda.

Enrique, actuando así, nos pone tras la senda de los grandes maestros. Ojo, esto no significa que haya que tomar sin más lo que dice alguien por el mero hecho de serlo. No. Pero nos enseña a distinguir los verdaderos referentes, aquellos acrisolados por el trabajo, el talento y la experiencia. Y por supuesto, la honradez.

Emiliano Aguirre había comenzado a viajar y a excavar en los años 60. En Nubia, en Argín, trabajó en su primer proyecto, que tuvo que concluir con bastantes problemas. Lo dirigía Manuel Pellicer. No pudo trasladar los restos humanos excavados en Sudán a un laboratorio en España. Llegó a perder la inmunidad diplomática durante el episodio. Y se quedó sin dinero. Así lo contaba él mismo, de su puño y letra, en el catálogo de la exposición “La Cuna de la Humanidad” editado en 2014 por el Museo de la Evolución Humana de Burgos y por el Museo Arqueológico de la Comunidad de Madrid. Estos dos tomos son claves para la historiografía de la paleontología humana.

Después viajó a Marruecos, Sudáfrica, Guinea o Mauritania. Sus exploraciones en tierras africanas, sus investigaciones sobre el terreno le dieron un balcón en la calle principal de la evolución. Y siempre miró hacia el sitio adecuado. Tuvo una visión global, lejos de cualquier provincianismo.

En 1976 publicó el AT -1, primer fósil de Atapuerca. Esta mañana he leído a Antonio Rodríguez Hidalgo que Emiliano Aguirre dirigió 14 mil tesis doctorales. Prodigioso.

Emiliano Aguirre tiene un lugar en la Historia por méritos propios. Considerado por todos como “padre” del proyecto de Atapuerca, ha sido uno de los grandes científicos de este país. Al ser un hombre moderno y metódico, debe conservar un caudal de material genuino que la historiografía haría muy bien en investigar y publicar. Seguro que son muchos los que ya han pensado en eso, estoy seguro.

A nosotros siempre nos quedará el recuerdo de sus entrevistas, magistrales, y el registro de estas. Un patrimonio que está a disposición de los investigadores, cómo no. 

Emiliano Aguirre fue un personaje de esos que los americanos califican como más grandes que la vida (largest than life). Nosotros podemos decir con orgullo que tuvimos el honor de conocerlo y recibir su magisterio. Que descanse en paz.

 

Manuel Navarro

Directiva de cookies

Este sitio utiliza cookies para el almacenamiento de información en su equipo.

¿Lo acepta?