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ETRUSCOS, UN PRELUDIO DE ROMA

Publicado 27/08/2021

La mujer en la cultura etrusca disponía de los mismos privilegios que el hombre. Foto NavarroLa mujer en la cultura etrusca disponía de los mismos privilegios que el hombre. Foto NavarroAyer se inauguró en Alicante, en su Museo Arqueológico (MARQ) la exposición "Etruscos. El amanecer de Roma", que podrá disfrutarse hasta el próximo 12 de diciembre. Asistimos a la rueda de prensa ofrecida en el salón de actos, en la que intervino el Embajador de Italia en España acompañado por los responsables de la Diputación Provincial y el Museo. Desde mediodía hasta la hora de la apertura tuvimos ocasión de filmar a fondo toda la colección y de hablar con algunas de sus responsables. 

Fue un día intenso. Da gusto ver como los organizadores de un proyecto tan ambicioso están en tensión ante la expectativa generada. Puede parecer un comentario cruel, pero lo digo por todo lo contrario, como un elogio. Gusta ver a personas que han hecho muchas cosas durante su vida profesional experimentar la ilusión de un principiante. Y los temores. Yo creo que eso es bueno, que renueva el compromiso y aquilata el esfuerzo. 

Para nosotros el mundo etrusco se ha convertido en un proyecto para el programa. Desde que tuvimos noticia de la celebración de esta exposición en Alicante - y vistos los magníficos precedentes - planteamos la posibilidad de acercar al público el universo de esta civilización - deslumbrante - que tanto aportó al posterior y hegemónico mundo romano. 

Lo etrusco posee sutilidad. Desprende amor a la vida. Es sofisticado, refinado y algo etéreo. Un manto de seda, pura orfebrería. 

Nada más entrar en la exposición, nosotros tuvimos la suerte de hacerlo acompañados por Carlotta Cianferoni, comisaria, y Federica Montani productora, nos percatamos del gran nivel de las piezas expuestas y de la idoneidad de un discurso expositivo que - mediante cinco bloques temáticos - da un panorama general de la cultura etrusca. Y envenena. 

Y es que el ambiente de las salas tiene algo de onírico, de oriental, de antiguo, de inframundo y de jardín. Sé que puede parecer una paradoja pero tal vez los etruscos eran paradójicos. A fin de cuentas las personas solemos incurrir en contradicción más veces de las que querríamos. Casi tantas como en errores. De humanos es errar y sin duda rectificar. Por suerte, los responsables de la exposición ni han errado ni tiene que rectificar, aunque sean muy humanos y muy hospitalarios también. Tapa funeraria con arúspice. Foto Navarro. Tapa funeraria con arúspice. Foto Navarro.

La señora Cianferoni, a la que tuvimos la oportunidad de entrevistar, nos pareció una profunda conocedora del mundo etrusco. De sus ojos brotaba ese amor que es fruto de la sabiduría y de la dedicación de una vida; ese brillo de quien conoce, este tono que tiene algo de madre encubridora y de amante insomne. Es esa mirada serena y consciente de cuando un ser asume que su objeto - el de su vida - es demasiado amplio para ser aprehendido y aprendido en su totalidad, que sólo unos fragmentos luminosos aportarán el necesario consuelo. Memento mori. 

Los etruscos representaban un Más Allá complejo y luminoso. Y gustaban de las artes adivinatorias. Arúspices y sacerdotes conducían una religión que es catalizadora de la griega en Roma. 

Ahora estamos preparando nuestra vuelta para completar un conjunto de entrevistas y nuestra marcha a tierras italianas para visitar in situ algunos yacimientos etruscos. Nos guía un fuerte impulso que esperamos se traduzca en un buen programa. Pero eso será dentro de unos días.

Hoy, como si un adivino etrusco hubiera obrado uno de sus ritos, he experimentado un reencuentro con un amigo muy querido al que no veía hace una década. Kurro y yo habíamos dejado a Carmen en Puebla de Don Fadrique y un rato después hemos parado a comer en Cúllar. A medida que acercaba el coche a la fachada de la venta donde habíamos decidido parar, creía ver a Luis Gibert con María Lería, su mujer, y con dos adolescentes. A los pocos segundos, lo hemos confirmado. Toda la familia de Luis, diez años después. Nos hemos abrazado y hemos recordado los duros viejos tiempos. Hemos regresado a 2002 o 2003, cuando Manolo Pimentel nos presentó a su padre, José Gibert, descubridor del llamado Hombre de Orce, una fría noche de diciembre en Venta Micena. El próximo año se cumplen 40 de su hallazgo, cuatro décadas desde que la presencia humana en Europa se retrasó un millón de años. 

Ha sido un momento estupendo, muy emotivo. Veníamos de la Illeta de Banyets, un lugar maravilloso. La explotación y el comercio marinos en época de Roma también están en nuestro horizonte. 

Quiero agradecer especialmente a Josep Cortés I Garrido, Gerente del MARQ, y a Gloria Navarro, su responsable de prensa, todas las facilidades que nos están ofreciendo y su gran ilusión y profesionalidad en su trato con todo el equipo de Arqueomanía. Esperamos responder a la altura:

 

Manuel Navarro

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