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UNA PICA EN JORDANIA

Publicado 13/10/2019

CAMPO DE DÓLMENES DE YEBEL MUTAWWAQ SOBRE KHARAYSINCAMPO DE DÓLMENES DE YEBEL MUTAWWAQ SOBRE KHARAYSIN

Las piedras hirvientes por el calor tempranero, gimen sobre la cumbre de Yebel Mutawwaq. Juan Muñiz nos advierte de la presencia de sierpes y escorpiones. No es país para miedosos. A lo lejos, sobre un valle verde de frutales que inflige una derrota temporal  al desierto, los helicópteros del ejército jordano vuelan a baja altura desde una base militar cercana. Me preocupa el momento de despegar nuestro dron sobre el yacimiento  de Kharaysin, situado colina abajo. Pero eso será después, cuando el operario que el ejército ha designado para custodiar nuestra pequeña aeronave haga acto de presencia. El dron, duerme todos los días en la casa de un soldado.

Pisamos un imponente campo de dólmenes y otros monumentos de la Edad del Bronce. De un bronce mil años más antiguo que el bronce peninsular, que el bronce europeo. Asistimos en estas tierras ajadas del Oriente Medio, a los lugares en los que las grandes revoluciones de la Historia han tenido lugar. Es un privilegio, qué duda cabe. Colinas y ríos bíblicos, materia para científicos y para soñadores, patria de los edomitas.

Hemos venido hasta aquí porque Jonathan Santana nos contó que trabaja en este proyecto hace un par de años, quizás tres. Si Santana fuera futbolista, todos los grandes clubes se lo disputarían. Se le ve el talento a lo lejos.

Recuerdo cuando nos contó que excavaba en Jordania, en un yacimiento con un neolítico muy antiguo, precerámico; un neolítico en el que ya se construían casas y un urbanismo balbuciente parecía dar sus primeros pasos. El tema tenía todo el interés del mundo, el reto estaba sobre la mesa.

CON EL EQUIPO EN KHARAYSINCON EL EQUIPO EN KHARAYSIN

Han pasado los meses y la excavación de Kharaysin ha tenido varias apariciones fulgurantes en la prensa. Es un proyecto del CSIC apoyado por la nueva – pero no por eso menos importante – Fundación Palarq. Juan Muñiz, Juanjo Ibáñez y Jonathan Santana están en la búsqueda de los orígenes del neolítico, en la punta de lanza de la investigación internacional gracias a este proyecto. Todos debemos congratularnos por ello. Por eso fuimos hasta Jordania, porque la arqueología española es la que se hace en nuestro país, pero no sólo la que se hace en nuestro país. Los equipos que se baten el cobre allén la mar, también tienen un lugar en nuestro espacio. Nobleza obliga.

Y allí estábamos un grupo de españoles en la cima de una gran colina bíblica. Mientras Muñiz nos descubría los secretos del lugar, filmábamos piedras y paisajes, arrierías y campesinos del horizonte. El desierto lo rodea todo.

El calor va en aumento, a partir de las diez de la mañana empieza a molestar. A nosotros que estamos acostumbrados a los rigores del estío; imagino que pieles menos acostumbradas sufrirían aún más pronto. En verano se alcanzan los cincuenta grados.

El relato de lo acaecido – a partir del registro arqueológico – durante la Edad del Bronce en Yebel Mutawwaq muestra la gran pujanza de aquellos pueblos. Sus conflictos, su actividad constructiva, sus intercambios comerciales, nos dejan a las puertas de una gran civilización.

A mediodía volvemos – porque ya habíamos estado el día anterior – al yacimiento neolítico de Kharaysin, colina abajo. El sol te tira si vas descubierto. Polvo y luz que deslumbra, obreros siguiendo las instrucciones de los arqueólogos, que también se afanan en retirar los materiales sobrantes. No hay un minuto que perder.

Confieso que ver las primeras casas – o unas de las primeras – de la Humanidad, te para, te hace reflexionar. Parece todo muy moderno, como en el bronce valenciano o el Argar. Nadie diría, a simple vista que esas casas tienen diez mil años. Luego vemos los primeros suelos de cal, perfectamente trabajados, los diferentes niveles de las casas, el primer urbanismo. Y “de postre” un conjunto de ídolos antropomorfos con un acusado “dismorfismo sexual” si se nos permite la licencia. Me descubro a mi mismo pisando con más cuidado de lo normal, con más mimo. Nadie grita, los obreros locales, tapados hasta las cejas, mueven la tierra para cribarla. A lo lejos veo a Jonathan con su Kufiyya. Carmen y Kurro llevan el travelling de aquí para allá. Manolo escruta la investigación, cuestionando a Juan y a Juanjo. Todo fluye. Tengo sed.

Dejamos el lugar y pienso que este capítulo va a ser uno de los grandes de Arqueomanía. Espero que lo consigamos.

PETRA ADRIANA. FOTO CARMENPETRA ADRIANA. FOTO CARMEN

Nosotros no morimos en las batallas como Aquiles, nuestra maldición es que vamos a muchos sitios pero con poco tiempo, y siempre ocupados. Jordania daría para una vida, pero tenemos que hacernos a la idea de que la gran Gerasa se quedará como una impronta en nuestra memoria, en un recuerdo que nos lleva a nuestro querido emperador Adriano, quien a su vez nos traslada hasta la capital mundial de la arqueología: Petra. Petra Adriana, orgullo de los nabateos, ciudad excavada en acantilados verticales, en rojas paredes de agrestes desfiladeros. Moisés, dice la tradición, abrió cerca un manantial, el Wadi Musa. Unos revisionistas del islam, dicen que fue el origen del islam, y no la Meca. La historia te cae encima en Petra, te disloca, te golpea, te absorbe. No puedes sino frotarte los ojos ante lo que ves. Nada más llegar, ya tienes nostalgia. Y esos que casi no lo cuento, pero esa es otra historia.

Repetí la foto de Luxor con mis tres compañeros. Han pasado dos años, pero los ánimos siguen arriba. Cuando pase mucho tiempo, veremos esas fotos con una sonrisa en la cara. Ojalá sea así.

Y seguimos algunas horas por los caminos jordanos. Caminos que nos llevaron cerca del Mar Muerto, al Baptisterio de Jesús en el Jordán. Sus desiertos también nos rodearon en Qsair Amra, lugar enigmático para comprender el arte del primer islam.

PANEL FIGURATIVO DE QSAIR AMRAPANEL FIGURATIVO DE QSAIR AMRA

Han sido días intensos, horas inolvidables. La última noche, en un restaurante cercano a nuestro hotel en Ammán, el equipo de arqueólogos españoles nos cuenta todas sus expectativas, todos sus anhelos, todas sus urgencias. Ellos han puesto una pica en Jordania, nuestra arqueología ya se codea con la alemana, la francesa o la americana. Tres hurras por ellos.

 

Manuel Navarro

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