El rodaje de Arqueomanía se convierte, en ocasiones, en una verdadera "Guía de perplejos". En este capítulo numantino -que tanta connotación tiene - hemos rodado en varios lugares que dejan sin aire. Uno de ellos es el yacimiento conquense de Garcinarro, donde lo sucedido entre la Edad del Cobre y el fin de la Celtiberia constituye uno de los grandes retos a medio plazo de la arqueología española. ¿Y qué decir del santuario turolense de Peñalba de Villastar? Claro que para quedarse perplejos basta con contemplar el Vaso de los Toros del Museo Numantino.
Marian Arlegui, la Directora del Museo Numantino de Soria, ha sido capaz de hacernos ver la extraordinaria complejidad de la sociedad celtibérica. Habíamos rodado junto a ella durante el verano de 2018, pero fue el otoño pasado cuando tuvimos ocasión de preparar a fondo el capítulo sobre la Celtiberia y Numancia que ahora os presentamos.
En Numancia, los líderes fueron como el resto de los habitantes de la ciudad; no hubo traición ni trato de favor. Los principales no se dejaron sobornar por la poderosa Roma. Numancia fue un solo cuerpo ante el enemigo, un ser que se sabía moribundo pero que aceptó su destino sin fisuras. En ese sentido recuerda a Aquiles: su desgracia le daría la gloria eterna.
Las Guerras Celtibéricas son complejas y en su complejidad las afrontamos en este capítulo. Una fuente importante de conocimiento y de imagen, como citaba más arriba, ha sido el Museo Numantino de Soria. Ahí se cobija gran parte de la cultura material de los arévacos: sus armas, sus joyas, su espectacular cerámica. Cerámica cargada de una significación compleja.
También hemos podido ver esta cerámica en el Museo de Teruel, y en sus proximidades una ciudad celtíbera y también el gran yacimiento rupestre de Peñalba de Villastar. Allí, mientras los truenos nos agitaban y los rayos velaban nuestros planos, pudimos hacer una magnífica entrevista a Jaime Vicente.
Y es que la península es verdaderamente una "Guía de perplejos". Es posible que la gran estructura excavada que vimos en Garcinarro, en Cuenca, sea un edificio político o religioso. Todo el frente de barranco, lleno de cazoletas, los restos del Bronce y las grandes habitaciones celtíberas nos dejaron con la boca abierta.
Cerca está Segóbriga, caput celtiberiae, cabecera o cabeza de la Celtiberia como fue denominada por Roma. Y es que esta Celtiberia - que llegó a época visigoda con tal denominación - se nos antoja un poco escurridiza en cuanto a sus límites.
Desde luego en uno de sus límites, al menos espiritual, es el yacimiento de Termancia en Montejo de Tiermes. Allí, después de comer huevos fritos con torreznos para desayunar en Casa Manolo, pasamos la jornada rodando. Bueno, hubo quien cogió bastantes setas. Testigos mudos fueron los majestuosos buitres que observaban a este equipo de mortales trabajando desde su atalaya en el firmamento.
Tácito afirmó que en Tiermes murió la Hispania Antigua. Quizá, si afinamos el oído, se la oiga susurrar entre los vientos recios del Alto Llano Numantino.
Manuel Navarro.