El pasado domingo tuvimos la oportunidad de rodar una jornada, completa y gloriosa, con la sección IUGULA de la XXX ULPIA, un grupo de recreadores sevillanos que lleva varios años dedicado a la noble labor de divulgar la Historia a través de su encarnación. El pasado domingo, mientras rayaba el alba, un grupo de mujeres y hombres - cada uno con su vida, su profesión y sus problemas - se subía a un autobús para hacer unos cuantos cientos de kilómetros. Venían a colaborar con nosotros en un rodaje, como antes lo había hecho la propia XXX Ulpia, la V Baetica Vextilatio o los Caballeros de Úlver.
En los tiempos que corren de ego digitalizado, de narcibytes y unfollowers; en los días que transcurren mirando a la pantalla de de las banalidades, un montón de personas ponen su tiempo, su dinero y su ilusión en colaborar con tirios y troyanos para tratar de recrear la Historia.
En España esta tradición es más reciente que en otros países de Europa o los Estados Unidos y como casi siempre, los sacrificios personales son mayores por las consabidas faltas de ayuda. Falta de ayuda que probablemente bebe en la fuente de la falta de sensibilidad hacia una labor.
Hay que tener mucha personalidad y seguridad en lo que uno hace para salir a la calle vestido de murmillo o de optio, de vestal o de matrona. Hay que ser muy íntegro para soportar la risita del gracioso de turno.
Como en casi toda actividad que tiene una cara pública, o al público, lo que no vemos es como el tan traído y llevado iceberg: la parte exponencialmente más grande. Porque los recreadores son asesorados por profesionales de la investigación histórica, incluso muchos de ellos lo son; buscan y rebuscan el mejor orfebre, al que es capaz de reproducir un casco tracio o una espada romana, al sastre discreto a al zapatero valiente.
Tienen una organización interior y otra manifiesta. Se entrenan, respetan a sus compañeros y al público tomándose completamente en serio su labor. Alguien podrá decir que hay grupos menos rigurosos, cierto es, como sucede con todo en la vida, pero el tono que observamos es de creciente mejora y dedicación.
Pero el auge de estos grupos de gran nivel de atrezzo, de gran capacidad de coreografía, de vestuario ejemplar, está convirtiendo un fenómeno que podría parecer la diversión de unos transformistas en una herramienta de gran utilidad para la demostración y divulgación del hecho histórico. Hay una gran diferencia entre que te cuenten una cosa y que la veas. Es una diferencia muy grande, nosotros, los que nos dedicamos a la imagen lo sabemos.
Por eso recurrimos de vez en cuando a grupos como los citados, porque nos ayudan a mostrar las teorías y las investigaciones, porque consiguen que la quietud de un mosaico o el trazo de un relieve estallen en nuestro cerebro al son que un gladius golpea un escudo.
Me gusta trabajar con ellos, nos gusta trabajar con ellos, porque son entusiastas, son rigurosos y hacen lo que se les pide, lo cuál es un gesto de humildad y generosidad tan extraño hoy día como oír a María Callas en OT.
Seguid todos así, por favor. Nosotros os necesitamos, el público os necesita. Y porque son maneras de vivir.
Manuel Navarro