Esta mañana hemos ido a filmar al Museo de Altamira, que es Museo Nacional y Centro de Investigación, y lo hemos hecho porque estamos rodando un programa sobre la cultura magdaleniense y sus gentes.
Se trata de un periodo que va, grosso modo, del 20 mil al 12 mil antes de Cristo y del que tenemos una viva imagen gracias al arte rupestre.
Altamira es su emblema y probablemente su ejemplo más brillante, aunque tal vez este brillo opaca otras perspectivas sobre tan importante cultura.
Nuestro empeño es meternos de lleno en este periodo que cierra el llamado Paleolítico Superior y hacerlo a lo largo y ancho de nuestra querida Piel de Toro.
Hoy, antes de las 8 de esta mañana - a pesar de la lluvia imperante - había un grupo de visitantes aguantando el chaparrón para poder conseguir una entrada de acceso al Museo de Altamira. Estas estampas, sobrecogen, reconcilian con el ser humano, conmueven nuestros cimientos más profundos y nos dan alas - por la creencia, verdadera o no, de contribuir con nuestra difusión - a la conciencia cultural de nuestra sociedad. En muchas ocasiones se critica de manera genérica la falta de interés de la gente (si se nos permite la expresión coloquial) sobre tal o cual cosa. Justo es que se destaque cuando las personas se sacrifican para poder disfrutar de la historia y la cultura.
Al poco de llegar al recinto nos ha recibido Sandra Rodríguez, que es la responsable de prensa. Hemos comentado esta situación y me decía que no paran de recibir visitas, a pesar de las restricciones. Bajo la lluvia fina hemos entrado en el museo y nos hemos puesto a grabar diferentes elementos de la cultura magdaleniense dentro del llamado "País de Altamira".
Hemos tenido la suerte de poder visitar algunos de esos enclaves y comprobar in situ la belleza de su arte y otros importantes restos de cultura material. Pero nuestro empeño es analizar la cultura magdaleniense no sólo en sus manifestaciones más brillantes, probablemente las del Cantábrico, sino también en otras regiones como el Levante, Andalucía o la Meseta Norte. Hay un gran fenómeno cultural que pone fin al paleolítico y eso requiere meterse a fondo.
Volviendo a lo de hoy, tras filmar numerosas piezas del museo antes de la llegada del público, hemos pasado a la zona de conservación, a los laboratorios, a la cocina de esta gran máquina que es el Museo Nacional de Altamira y su Centro de Investigación. Allí nos esperaba Carmen de las Heras, gran especialista.
Porque la investigación no se detiene, Altamira no es sólo un "Non plus ultra" del arte rupestre; es un organismo vivo que trata de profundizar en el conocimiento del fenómeno paleolítico y difundirlo. El equipo de Altamira trabaja en varias líneas de gran interés. Estoy convencido de que a lo largo de los próximos meses, tendremos noticias muy significativas al respecto.
Tanto como han sido las que el equipo de la Cueva de Ardales nos ha dado esta semana. El conocimiento científico sobre las primeras manifestaciones pictóricas de la península ibérica está siendo trabajado de manera ejemplar por diferentes equipos. Ardales ha dado un paso adelante con la aportación de otra prueba. De una prueba que demuestra - sin duda - la intencionalidad de los trazos rojos analizados. Además, se refrenda su antigüedad. Las cuestiones sobre las dataciones de series de uranio son de una gran complejidad y su perfeccionamiento por parte de los físicos, trabajando hombro a hombro con los arqueólogos, una realidad cambiante. El tiempo dirá si las técnicas son las mejores o si requieren una revisión, tal y como ha ocurrido recientemente con el C14. Entre tanto, las dataciones y otras pruebas aportadas por los equipos y publicadas en revistas de impacto, deben gozar de presunción de autenticidad.
Para autenticidad, algunas de las piezas que hemos podido grabar "intramuros" del Museo de Altamira, varias de ellas con microscopio. Unos finos trazos nos han dejado sin palabras, por su delicadeza y planificación. Cuando se puede ver tan bien el trabajo de aquellas lejanas gentes algo nos reconcilia con la Humanidad. No importa el origen, ni el aspecto del niño, de la mujer o el hombre que grabó estas piezas. Nos une la Humanidad, la única, la indisoluble, la inteligente y persistente Humanidad en toda su profunda y maravillosa diversidad.
La verdad es que ha sido una mañana gozosa. La semana la habíamos empezado en Cantabria, donde llegamos desde el Côa. Nuestra primera parada fue Ramales de la Victoria, donde hemos participado en los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria. Desde aquí quiero agradecer su atención a Manolo González Morales, por supuesto a la Universidad de Cantabria, y también a algunos amigos de Ramales como Pencho, Jorge y toda su "cuadrilla". Personalmente ha resultado una experiencia muy enriquecedora. En estos cursos, hemos disfrutado también de la presencia de un público entusiasta y colaborador.
Nos hemos ido de Cantabria a mediodía. Kurro a veces se trae la guitarra eléctrica para ensayar en los ratos libres. Eso nos da una pinta de banda de viejos roqueros. Seguramente no tenemos el sex appeal de los Rollings o Bruce Sprignsteen, pero les discutimos los kilómetros.
Ahora toca trabajar sobre lo rodado en el Duero y Cantabria, el momento de hacer los programas. Agosto promete. Se acaban los Juegos Olímpicos y llegan las medallas. Seguro que para los magdalenienses, agosto era también un mes estupendo:
Manuel Navarro