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LOS MILLARES RELOADED

Publicado 18/11/2020

LUIS SIRET. ARCHIVO. LUIS SIRET. ARCHIVO. El joven de la fotografía, con su gato y su pelo a lo  “Erasmus” es Luis Siret, el ingeniero de minas belga. Luis, su hermano y el capataz Pedro Flores son los  grandes protagonistas de las investigaciones prehistóricas del Sureste peninsular en su etapa inaugural. Su historia es muy conocida y le hemos dedicado algunos minutos a lo largo de estos años en el programa.

Lo que llama la atención de Siret es su instinto: para excavar y para entrever las relaciones con los pueblos de Oriente. Al principio, él pensaba que lo que desenterraba en Los Millares y el Argar era fruto del comercio con los fenicios. Y si bien, las cronologías no eran correctas, sí que lo eran las sospechas sobre la importación de materiales foráneos, como el marfil o el ámbar.

Siret, fue consciente de que encontró una civilización potente, algo parecido a un imperio. Los arqueólogos son prudentes, es su obligación, y siempre tratan de huir – o casi siempre – de afirmaciones así de categóricas. Además, procuran ir a lo concreto y evitan enlazar unos territorios o unos periodos con otros. Es lógico, la continuidad de unas culturas en otras no está demostrada y hoy en día, con las cada día más exactas pruebas genéticas, hablar de continuidad de poblaciones es como jugar a la ruleta rusa. ¿Recordáis los yamnaya de la Estepa y su irrupción peninsular al final del Cobre y principios del Bronce? 

En efecto, es más seguro amarrar relatos cortos que hacerlo con grandes periodos. Pero llegará un día en el que el problema de las influencias y las continuidades salte a la escena. A fin de cuentas, la suma de muchos conocimientos parciales dará a luz un relato general. Pero tiempo al tiempo, quizás sea pronto para eso.

Hay otro factor que los profesionales detestan y no es otro que las falsas legitimaciones en el pasado. Nadie debería reclamarse tartésico, almogávar o celta, es algo inconsistente y mítico. Otra cosa bien distinta es proteger y estudiar el patrimonio histórico y arqueológico, su tutela y difusión. El pasado no nos pertenece, como tampoco nos pertenece el futuro. El pasado es de quien lo vivió. Nosotros sólo podemos acercarnos a él para descifrarlo y preservarlo.

Desde que Los Millares gozaba de su máximo esplendor han pasado 4.500 años, más o menos. Los Millares, es un asentamiento urbano, una ciudad, aunque cueste decirlo así por las connotaciones que acarrea el nacimiento del hecho urbano en Occidente. No ocurre lo mismo al otro lado del Mediterráneo.  Véase Alaçahoyuk, sin ir más lejos.

PORTADA ORIGINAL DE LAS PRIMERAS EDADES DEL METAL. ARCHIVO.PORTADA ORIGINAL DE LAS PRIMERAS EDADES DEL METAL. ARCHIVO.

Después de los trabajos que realizó Siret, y de los que han realizado arqueólogos como Almagro, un equipo, encabezado por Martín Haro, está re excavando el yacimiento y los resultados son muy prometedores.

Las excavaciones antiguas eran menos precisas. Se buscaban piezas buenas: cerámica, esculturas, joyas… Eso marcaba unos ritmos muy altos y provocaba que algunas partes de las zonas arqueológicas no se escudriñaran a fondo. 

Este hecho está permitiendo al equipo de Martín Haro localizar cámaras y nichos que Siret pasó por alto. En ellos, se acumula una información más valiosa que cualquier diadema o peineta de marfil. Quizá no nos cegaremos con el brillo de las pulseras o los pectorales, pero sí con los datos antropológicos o polínicos.

Los Millares constituyen el ejemplo de un gran yacimiento que debe ser releído, reevaluado. Porque los métodos actuales son más precisos. Porque hay más bagaje internacional para comparar y porque su importancia en el Cobre Ibérico, junto a Zambujal, Perdigoes y Valencina es una ventana abierta para comprender los procesos humanos de la Prehistoria en toda su extensión. Por Los Millares asoma también el Campaniforme.

Quedan muchas preguntas por resolver, por ejemplo aquellas referidas al impacto en los bosques de la actividad metalúrgica de Los Millares. Distintos estudios apuntan a la desforestación de las grandes sierras cercanas. O el impacto del comercio marítimo en el desarrollo de la ciudad y su área de influencia. O las causas de su desaparición, ¿o se transformó en El Argar?

Lo que tenemos que ir teniendo claro es que nos aproximamos a un mundo sofisticado, complejo socialmente, refinado en lo simbólico y lo suntuario, rotundo en lo arquitectónico, potente en lo defensivo. Y esto, siempre, es fruto de una gran organización y de unos valores compartidos muy bien asentados. Los osos no construyen castillos.

Manuel Navarro

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