Cuando las primeras expediciones de marinos fenicios, chipriotas o cretenses - orientales en general, orientales del Mediterráneo oriental - vislumbraron por primera vez las costas de la península ibérica, azuzados por poco más que leyendas difundidas desde la noche de unos tiempos ya lejanos, aquellos en los que los pioneros traían marfil sirio y se llevaban cristal de roca, oro y otros minerales escasos; cuando - si seguimos la perspectiva Este - Oeste - con la que Barry Cunlife orienta sus mapas, se oteaba un poderos cabo - llamado después, mucho después, el del Ágata - desde el palo mayor, justo en el momento en el que los remeros y los vientos ya parecían no dar más de sí, justo en ese instante en el que se veía por primera vez un sitio soñado pero no descubierto, estallaría una felicidad pareja a una inquietud incesante. Se había alcanzado el objetivo inicial, pero se trataba de un territorio ignoto. Probablemente, aquellos marinos tuvieran noticias de ciudades fortificadas cerca del gran cabo. Quizás habían oído hablar de los terribles guerreros de la Edad del Bronce, momento histórico que para ellos era poco más que un pasado reciente sin nombre alguno, o por lo menos con un nombre que no nos ha llegado. En ese trance, aquellos marineros, exploradores y comerciantes, gentes con el mismo espíritu y la misma necesidad que los posteriores conquistadores de América, eran la manifestación del ansia expansiva de un mundo que - con mucho - superaba en población, desarrollo tecnológico y complejidad política a los pueblos del oeste del Mediterráneo. Los que conocemos como fenicios, eran la punta de lanza, la cabeza de puente de un universo complejo que se ensanchaba hacia el sol poniente.
Y es en ese contexto de lo que conocemos como colonización fenicia - un gran movimiento histórico todavía por desentrañar en toda su complejidad - en el que tenemos que mirar para averiguar algunos hechos ciertos sobre la necrópolis de Puente de Noy y su más que probable vínculo con la todavía no excavada ciudad de Sexi. Sexi está en las fuentes escritas y tiene muchos argumentos a favor para ubicarse en Almuñécar, aunque no se trata de una verdad arqueológica irrefutable. La Seks o Eks de las fuentes griegas todavía no ha rasgado por completo su velo.
Bien, los puertos naturales que están cerca de Almuñécar, en especial La Herradura, se conocen como las mejores ensenadas naturales del Mediterráneo occidental. Es fácil que los cananeos atracaran allí y decidieran establecer algunas factorías. También lo hicieron más al este, por ejemplo en Baria (Villaricos) o más al oeste, en el Cerro del Villar o el Río Vélez.
Hay que pensar que la relación de los llamados fenicios con las poblaciones locales sería diferente en cada caso, ya que no había una unidad política que estableciera un gran tratado, aunque algunas fuentes sitúan a Sexi en la órbita de Tartessos. O al menos no tenemos noticias al respecto. Por tanto hay que pensar en un proceso de asentamiento paulatino, lento, amasado en la confianza de una relación - que tendría sus altibajos - con las poblaciones locales.
Cuando un pueblo toma contacto con un territorio que no es originalmente suyo, cuando los emigrantes se establecen en la nueva tierra de promisión, tratan de establecer su vínculo a través de los ancestros. Cuando se entierran los muertos en un lugar, ese lugar se tiene como propio. La genética - gracias a los trabajos desarrollados en el yacimiento del Teatro del Cómico de Cádiz - ha demostrado la mezcla racial entre orientales y aborígenes en el siglo VI a.C. Es decir, estamos ante un proceso de hibridación cultural y poblacional.
El caso es que en una de las colinas que coronan Almuñécar se encuentra el espacio funerario, la necrópolis o las necrópolis (porque también está la de Laurita) fenicio - púnicas más importante de la península ibérica. Únicamente hemos visto un caso similar, en Ibiza: Puig de Molins.
Hace pocas jornadas tuvimos la ocasión de visitar Puente Noy y pudimos testar de primera mano su importancia y la necesidad de que sea intervenida para que el público tenga un acceso apropiado. Investigación y divulgación que también impulsen la red cultural que debe ser nuestro territorio. Por méritos propios.
En Almuñécar hay un espacio de nombre muy sugerente: la Cueva de los Siete Palacios. Esta gran estructura que recuerda a la base del Templo de Trajano en Pérgamo, alberga en su interior parte de las colecciones excavadas en Puente Noy. Los materiales son maravillosos.
Almuñécar, que es probablemente la Sexi de las fuentes clásicas, tiene muchas páginas de historia que mostrarnos. Puente de Noy es una de las más brillantes. Sueño con que sus trabajos de excavación - que arrancaron en los años 80 - se finalicen y también sueño con que se convierta en un espacio visitable como la necrópolis de Puig de Molins o la de Alaçahoyuk.
Aquellos primeros nautas y las gentes que los recibieron a comienzos del siglo VII u VIII a. C. merecen un lugar con letras de otro en nuestra historia común.
Manuel Navarro