El viernes vivimos una nueva experiencia: firmar ejemplares de "Arqueomanía. Historias de la arqueología en la gran Feria del Libro de Madrid.
Hacía un momento que habíamos estado con el gran Luis Goytisolo en la caseta 40. Le rodamos unos planos para el documental de "Imprescindibles" que estamos realizando. Luis lleva toda la vida en esto y para él es un ritual. Conoce el efecto burbuja, el impacto de los grandes éxitos y la soledad de los grandes olvidos. Una feria literaria es en el fondo una gran hoguera de las vanidades. Yo había ido a muchas ferias del libro, pero esta es la segunda vez que lo hacía para firmar, tras mi debut en la malagueña Plaza de la Merced. Aquello fue jugar en casa, lo de Madrid... lo de Madrid era otra cosa.
Al alcanzar la altura de la caseta 70, aproximadamente, se tiene una vista cenital producida por el tenue pero continuo desnivel del Paseo de Coches del Retiro. Por debajo se veían miles y miles de cabecitas avanzando entre las dos calles de puestos de libros. Porque ahora lo llamarán "stands", pero eso son casetas o puestos. Daba un poco de vértigo, casi de agorafobia. También una gran felicidad y parte de responsabilidad, al comprobar como nuestra querida y no por ello menos denostada CULTURA enseñoreaba sus mejores galas con un lleno de no hay billetes.
Cuando llegué a la altura de la 312, un joven me invitó a pasar. Al momento estaba viendo como centenares de personas me miraban. Sería un lugar común decir que me sentía observado; es una tautología. Al poco apareció una cara conocida, después otra; más tarde un matrimonio cuyo hijo dudaba si estudiar arqueología o no: "Le ha gustado desde niño, pero claro, ahora es la hora de la verdad y no sabremos qué hará", me contaron los padres. Al final se llevaron el libro, que les firmé encantado con dedicatoria para el chico.
Y la tarde fue pasando, el sol cayendo. Fue una suerte estar con tantas personas. Fue una tarde que nunca olvidaré en el Parque del Retiro.
Manuel Navarro