El programa se centrará en el caso de los llamados cascos hispano - calcídicos del yacimiento zaragozano de Aratis, en Aranda de Moncayo. Un ejemplo paradigmático de expolio sistemático de un yacimiento durante años y de como la colaboración entre instituciones de varios países logró su recuperación. Fueron necesarios muchos esfuerzos y varios años de pesquisas y seguimientos. También nos acercaremos al Museo del Arte Salvata de Roma, donde se exponen piezas recuperadas por la policía y al Togado de Pamplona.
Las pasadas navidades unos grandes almacenes de este país anunciaban un "mini - detector de metales" para jóvenes "caza - tesoros." Esta misma semana la prensa de Cartagena, o parte, achacaba la subida de los precios de la vivienda al impacto de las labores arqueológicas previas a la edificación de cada nueva promoción: 5.000 euros por piso, se aventuraron a cifrar. Unas tareas que son preceptivas, que son una obligación legal dispuesta para defender el patrimonio histórico y arqueológico.
Una semana, en la que como en muchas otras, cierto sector de la prensa elogia la pasión y la actitud de lo que ellos denominan "arqueólogos aficionados".
Los "arqueólogos aficionados" no existen, como no existen los pilotos aficionados ni los médicos aficionados o los abogados aficionados. Lo que debemos fomentar es la afición a la arqueología, pero dentro de la ley y la razón.
Nosotros llevamos más de una década trasladando al gran público el trabajo de los arqueólogos y otros expertos que colaboran estrechamente con ellos en la descodificación del pasado. Y sólo ellos pueden hacerlo. Una pregunta a Google o usar un detector de metales no te convierte en arqueólogo, ni en experto en nada. Un usuario de un detector de metales es un peligro.
Los piteros, detectoristas o toperos nunca serán arqueólogos. Merced a sus malas artes se ha perdido gran cantidad de patrimonio y lo que es peor de contexto y de información científica: Patrimonio de la Humanidad encerrado en oscuros maleteros.
Recuerdo cuando hace unos años, Antonio Rosas, en el CSIC, nos explicaba como habían obtenido material genético de un sedimento. Me sentí culpable: la de veces que habíamos pisado en un yacimiento mientras lo filmábamos. Claro que entonces nadie sabía que tal proeza era posible.
La ciencia ha llegado a tal desarrollo tecnológico que cada día es más importante preservar los yacimientos de la manera menos contaminada posible. Ni que decir tiene que dar alas a individuos que sólo buscan su lucro personal sin pensar en la ciencia ni el bien común, debería ser calificado como tipo penal por enaltecimiento. No se puede alimentar el fuego con gasolina.
Hemos asistido en muchas ocasiones a la impotencia de los arqueólogos frente a los expoliadores. Recuerdo muchos casos en los que los profesionales habían llegado a ver a los detectoristas llevándose materiales metálicos en un yacimiento sin poder evitarlo.
España es un muy grande y su interior está despoblado. No hay policías suficientes para controlar el territorio. Lo único que podemos hacer es concienciar. El sensacionalismo de algunos medios que se empeñan en convertir ladrones en aventureros debe cesar. Dejemos la arqueología a los arqueólogos.
Manuel Navarro