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EL NACIMIENTO DE UN PROYECTO: LOS CASTILLEJOS DE TEBA

Publicado 12/05/2019


IMAGEN DE LOS CASTILLEJOS DE TEBAIMAGEN DE LOS CASTILLEJOS DE TEBAEs sutil. Lo vemos a diario, a cada momento, y es por eso que no nos damos cuenta. El mundo cambia delante de nuestros ojos.

Desde la atalaya de la Ronda Este de Málaga tres enormes cruceros ocupan el horizonte. Deslumbran por su brillo, por su arquitectura gigantesca. Son ingenios que desplazan decenas de miles de toneladas sobre el mar, incluyendo decenas de miles de ilusiones que se forjaron delante del escaparate – lleno de folletos – de una agencia de viajes o durante el intermedio de un partido de fútbol en una tele más plana y más grande que la anterior.

Es viernes por la mañana y mientras superamos un atasco vamos hablando de aquella ciudad que era Málaga y que ya no es. Tenemos nostalgia de lo auténtico – que se marchó – y un cierto hartazgo de lo global. Porque el problema no  es el turismo, es la estandarización: las mismas tiendas, los mismos cafés en un puerto y en otro, en una gran ciudad centroeuropea o una escala del Levante. Franquicias que son apisonadoras del talento y el buen gusto. Hoy, un hostelero original o un sastre son disidentes, verdaderos símbolos de resistencia, baluartes de la elegancia, parapetos de lo hortera.

La Antigüedad también presenta fases de gran variabilidad y de estandarizaciones aceleradas. Roma – se quiera o no – sirvió para lo segundo. Por eso los yacimientos arqueológicos que muestran la transición hacia la gran metrópoli  pero que guardan algo de su pasado autóctono poseen un enorme interés: el del cambio.

En esos lugares, los estratos son testigos de un mundo que fue y de su inquietante mutación hacia un futuro incierto; de la adaptación a los nuevos valores políticos y religiosos, de pasar de pagar un tributo a un poder local a hacerlo a un señor desconocido cuyo rostro aparecía en el anverso de las monedas acuñadas en cualquier ceca del Mediterráneo.

Los Castillejos de Teba son un yacimiento que reúne estas características. Eduardo García Alfonso nos puso tras su pista y nos condujo hasta su cima. Primero en una pick-up que trepa como un monstruo rugiente por la ladera calcárea. Después con la fuerza de nuestras piernas forjadas en el noble oficio de portear equipos de televisión por la siempre bella y dura naturaleza. Arqueomanía son tagarninas y brezo; liebres veloces, ciervas esquivas y rapaces que emborronan el azul del firmamento. Y las garrapatas, tan queridas por Carmen y Kurro, que cómo no, va en pantalón corto. CASTILLEJOS DE TEBACASTILLEJOS DE TEBA

Hace calor, el día está claro y el mundo entero parece verse desde allí. En lontananza el Castillo de Teba – el Hisn Atiba musulmán - que da nombre a la asociación ciudadana que lleva a cabo la excavación bajo la preceptiva dirección científica y autorización administrativa. Al césar, lo que es del césar. El mundo cambia ante nuestros ojos y el estado también, pero sigue siendo estado.

El voluntariado de Hisn Atiba, entre el que se encuentran trabajadores de la justicia, la sanidad o la enseñanza que han pedido sus vacaciones para irse a la cima de un espolón a excavar bajo el rigor del sol andaluz, trabaja afanosamente sobre lo que bien pudieran ser los restos de una casa principal o tal vez, alguna edificación de carácter público. La cosa, no está clara todavía. Por debajo, en la ladera, se puede ver con nitidiez la muralla ibérica y sus baluartes. Estamos sobre un oppidum, qué duda cabe.

La primera ocupación parece remontarse al siglo IX y no es de extrañar. Desde la parte más elevada, que bien pudiera cobijar una acrópolis, se ven con claridad las grandes montañas del sur – entre las que se distinguen Bobastro y la Huma – el rio Guadalteba, el Turón y el paso hacia Ronda.

Colinas onduladas, sembradas de cereal, cumplimentan este paisaje de cuevas, desfiladeros y frescas brisas. Estamos casi a mitad de mayo y la naturaleza interpreta su sinfonía de abejas y pólenes. “Sobre el olivar, se vio la lechuza, volar y volar”.

La excavación promete. No adelantamos más detalles porque es a sus responsables a quien corresponde publicar los hallazgos cuando sea el momento. Nosotros sólo podemos decir que esta meseta de espolón tiene expectativas firmes para ser un gran yacimiento.

Nos vamos con una sonrisa producida por el buen ambiente del equipo. Dejamos a Eduardo y sus compañeros sobre la montaña y nos desplazamos hasta Ardales. Nos vemos un rato con Nacho Clemente que viene a hablarnos sobre la prehistoria de los Pirineos… Quizás este año – chi lo sa – rodemos por las alturas.

Volvemos a Málaga viendo repletos los embalses del Guadalhorce; tras pasar por las estribaciones de Bobastro, luego de ver el Desfiladero de los Gigantes. El tiempo lo cambia todo, pero por fortuna, para algunas modificaciones tiene que emplearse más a fondo.

 

Manuel Navarro

 

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