Esta temporada nos hemos propuesto producir un programa sobre el canibalismo, lógicamente desde un punto de vista antropológico y arqueológico. Sabido es que se trata de un tabú, ¿pero es un tabú cultural? ¿Se puede demostrar científicamente que la especie humana ha practicado la antropofagia?
Algunos investigadores sostienen que no, que no se puede demostrar empíricamente hasta que se encuentre un resto humano dentro de un coprolito (deposición fosilizada). En cambio, un grupo muy nutrido – de investigadores – se basa en el tratamiento post mórtem de los cadáveres para afirmar que sí, que a veces, sólo a veces, unos seres humanos han devorado a otros.
La expresión caníbal, la acuñaron los españoles que llegaron al Caribe con Colón. Al referirse a los indios caribes, los llamaron caníbales por una confusión fonética, y como estos practicaban la antropofagia pues se asoció la conducta al grupo. Los navegantes y descubridores tuvieron verdadero pánico a estos indígenas. Ni que decir tiene, que cuando alcanzaron México y se enfrentaron a los mexicas, lo que experimentaron fue pavor. Ahí están las crónicas y el registro antropológico para confirmarlo.
Yo diría que estamos teniendo una experiencia muy reveladora. Hemos podido hablar ya con Antonio Rodríguez Hidalgo, Palmira Saladie, Isabel Cáceres, Jonathan Santana, Enrique Baquedano y Miguel Botella. Nos queda Manuel Martín Loeches, con el que abordaremos enfoques neurológicos y mentales.
Sabemos que existe canibalismo nutricional, cultural, militar e incluso canibalismo por amor.
Por lo que se conoce del registro fósil, el primer caso documentado es el de la Gran Dolina de Atapuerca. Allí, los homo antecessor, se dieron un buen festín. Abordaremos las causas de este holocausto caníbal durante el programa.
El pasado día 16 tuvimos la ocasión de asistir a una auténtica clase de antropología forense de manos de Miguel Botella, que tuvo a bien ilustrarnos sobre las marcas de corte, fracturas, mordeduras y otras que caracterizan los restos devorados por seres humanos. Aunque cueste un poco digerirlo, los humanos nos comemos igual un borrego que un paisano. Quiero decir, que empleamos la misma técnica de corte y descarnación.
Un hecho reseñable es que durante el neolítico, los restos eran hervidos antes de ser consumidos. Otro, que una vez había terminada la comida, los restos se arrojaban a la basura, es decir, se habían deshumanizado sin mostrar ningún respeto funerario hacia ellos. Son evidencias científicas.
De hecho, prueba de esta deshumanización, es el hecho de que los huesos largos – a falta de este tipo de material procedente de otros animales – se usaron en México y otros lugares para la elaboración de herramientas e instrumentos musicales.
Otro de los ejemplos que nos tiene el sueño quitado son los denominados cráneos – copa. Citaré dos casos: el de la Cueva del Mirador de Atapuerca y de la Cueva del Toro del Torcal de Antequera. Son un verdadero quebradero de cabeza para los científicos.
El tema da para mucho. La calidad de la investigación científica que estamos encontrando es altísima. Creo que al final conseguiremos mostraros las claves en un programa que abordamos con todo el respeto y el cuidado posibles, dada su naturaleza:
Manuel Navarro