La huella humana en la península se va revelando poco a poco ante nuestros admirados ojos. Hoy hemos tenido la suerte de poder observar las pinturas rupestres del conocido como Abrigo de Remacha en el corazón del barranco profundo del Río Duratón. La cuenca del Duero empieza a mostrar sus potencias arqueológicas.
Este rodaje olímpico nos ha dejado hoy una gran noticia: la plata de Marialen Chourraut en K1 de piragüismo. A mí me interesa mucho el piragüismo, aunque no desciendo cañones ni remo rápido. Me doy mis paseos por el mar y pesco de vez en cuando. Eso me hace pensar en la manera en que nuestros congéneres se veían obligados a buscarse la vida durante nuestro esplendoroso y probablemente idealizado, pasado como especie.
Claro que si el día empezaba - olímpicamente hablando - de la mejor manera, no se puede decir lo mismo de como ha terminado: la gimnasta, gran campeona, Simone Biles se ha retirado de la competición por equipos por problemas mentales. La prensa recoge entrecomillada la frase pronunciada por la crack: "Hay demonios en mi cabeza". Esto también me sirve para reflexionar sobre la soledad, la exigencia, la presión de los medios y los fans y todos esos condimentos que lleva a convertirse en juguetes rotos a personas que eran perfectamente felices. ¿Qué estamos haciendo con la gente joven?
Cuando esta mañana pasábamos por San Esteban de Gormaz, camino de Sepúlveda y Villaseca, cuando atravesábamos los claros paisajes sorianos en busca de Segovia, no podíamos por menos que pensar en un mundo que se fue y que resiste a duras penas. Algunas pancartas pidiendo futuro y autovías, así lo recordaban.
Estas soledades primordiales tienen un gran poder de sugerencia. Al menos para mí. El hecho de transitar sus páramos es un privilegio, un viaje interior. Cuando después de llegar a Villaseca nos han acompañado hasta el borde de un precipicio imponente, al mismo borde del barranco del Duratón, tenía esa mezcla de inquietud y de ilusión de cuando se conocen los lugares nuevos.
Desde el borde del abismo, observados por decenas de buitres, asimilando como crecen los bosques y se pierden los caminos que antaño llevaron a los eremitorios rupestres; desde ese límite, llenando los pulmones de un aire tan puro que parece de otro planeta, soportando los rigores del sol, de un sol tenuemente velado por las las alas de alimoches y buitres leonados, desde ese non plus ultra, desde ese nido de águila, he comprendido que nuestra especie no tiene límite.
Hay que ser muy valiente y estar muy apegado al terreno para llevar tu arte o tu expresión a un abrigo como el de Remacha. Una visión tan delicada, de miniatura esquemática podría calificarse, en mitad de un terrible acantilado sobre un río profundo. Lugar excepcional, paisaje natural de incomparable belleza y humano de incomparable misterio. Mañana Valonsadero, palabras mayores.
Manuel Navarro